Lo mismo que en El Encuentro,otro cuento sublime del viejo ciego,donde dos malevos de renombre que se la tenían jurada se baten después de muertos a traves de sus armas en manos de dos infortunados desconocidos. Borges recurre a una creencia oriental,más precisamente japonesa y shintoista si se quiere,la de infundir espíritu a las cosas.
Releí aquel cuento transcurridos muchos años y puse manos a la obra con lo que para mi es el puñal de Juan Muraña.Pequeño,agudísimo y mortal como una viuda negra,como la misma viuda de Muraña.La hoja,forjada a mano,nació para matar,no es un cuchillo para comer asados.La cruz o gavilán de aplaca detiene los golpes del oponente y protege la mano que lo esgrime.Sin lujos.Las armas de los malevos no eran adorno.
Lo hice enfocado en cuerpo y alma,escuchando tangos y milongas de la guardia vieja;tal vez guarde dentro suyo algo de mí.
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